Destroza las mentiras,
rómpeme.
Destruye las palabras,
invéntame.
Huye con un relámpago
y recuérdame,
y recógeme.
Quédate.
Donde quieras,
en la forma de pretérito
o de futuro que prefieras,
anticípate.
Quédate,
como se han quedado nuestros recuerdos
en la forma de pretérito
o de futuro que prefieras,
anticípate.
Quédate,
como se han quedado nuestros recuerdos
en mis amígdalas,
por pensarte a gritos.
Como tu olor en mi ropa,
como la posibilidad
de no habernos conocido:
como la infancia de quien se niega
a madurar.
Muérdeme.
Deja de ser políticamente correcta
y arráncame.
Empieza por los miedos.
Llega después a las costillas,
donde guardo las bombas,
y tíralas lejos
para que la mierda no nos salpique
más.
Cántame
tus planes,
susúrrame a escondidas.
Átame los sueños
a la espalda,
para que ellos me persigan.
Escríbeme
mil postales en los párpados,
y llantos en las manos,
y caminos en las piernas,
y canciones en los pies.
Báilame.
Y si lo prometido es deuda,
te prometo que no volveré
a deberte nada.
Hazme de todo,
menos falta.
Porque solo tú
puedes acabar este poema.
por pensarte a gritos.
Como tu olor en mi ropa,
como la posibilidad
de no habernos conocido:
como la infancia de quien se niega
a madurar.
Muérdeme.
Deja de ser políticamente correcta
y arráncame.
Empieza por los miedos.
Llega después a las costillas,
donde guardo las bombas,
y tíralas lejos
para que la mierda no nos salpique
más.
Cántame
tus planes,
susúrrame a escondidas.
Átame los sueños
a la espalda,
para que ellos me persigan.
Escríbeme
mil postales en los párpados,
y llantos en las manos,
y caminos en las piernas,
y canciones en los pies.
Báilame.
Y si lo prometido es deuda,
te prometo que no volveré
a deberte nada.
Hazme de todo,
menos falta.
Porque solo tú
puedes acabar este poema.
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