jueves, 19 de mayo de 2016

Donde duele, escribe

Soy todo lo que no ves cuando abres los ojos.
Conozco los latidos de muchas personas
mejor que los míos.
Duelo antes de querer,
y quisiera que me doliera un poco menos el mundo.

Si muriera un miércoles,
pasaría mi última noche aquí.
Camino cómoda bajo la lluvia,
pero entre mis ruinas jamás encontrarás un arrepentimiento.
Intento no hacer planes de futuro
porque sé que soy el presente de mis errores.

Me equivoco mucho más de lo que parece.
Parezco mucho más de lo que soy.
Soy mucho menos de lo que quiero.
Quiero mucho menos de lo que debo.

Echo de mi vida lo que necesito
y mantengo bien cerquita de mi cuello los puñales.
Tengo 23 años desde los 14,
una vida desde los 10 y
ansiedad de que me faltes desde antes de haberte conocido.

No tengo vicios inconfesables,
ni secretos en botellas,
ni barquito de papel en el que montarme
para escapar de la ciudad.

Llevo tatuadas en el pecho las canciones
que jamás compondrá nadie.
Sé que tu caja torácica
guarda todos los abrazos que no puedo darte,
todos los besos que me he quedado,
todos los días que no hemos vivido,
todos los trenes en lo que no nos hemos montado,
todas las vidas que no hemos muerto.

He aprendido que el problema no es el final,
sino el verlo venir.
Y yo, que me pongo siempre en lo mejor,
sé que seré desahuciada de mi propio cuerpo
para dar cobijo a un diminuto perro que,
como el de Verdejo,
seguirá domesticado y muerto de miedo
ante la idea de que no estés
cuando vuelva de perseguir a esos palos
que los demás llamáis sueños.

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