¿Cuántas veces le has dicho a alguien que actúa en ti como una droga? Hay besos más adictivos que la heroína, y verjas de cárceles sobre caderas. Yo misma he estado cohibida, retenida entre ellas más de una vez, como quien ansía la libertad pero a la vez ama su esclavitud: como una adicción. Y es que la piel puede desencadenar diluvios y síndromes de abstinencia, deseo y mono, arañazos y gemidos. Puede esclavizar, enardecer, atormentar, estallar.
Sobran las palabras para hablar del deseo que siento cuando disfruto de tu caminar, y de la necesidad de tus manos recorriendo mi espalda.
“Te quiero, y hace tiempo y frío”
Julio Cortázar
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