Cuando deseé durante días que cayera la noche
para poder verte con más luz,
con la tuya propia,
con esa que me incendia.
Cuando me reí de mis monstruos
y del miedo a lo que pudiera pasar. Cuando tus brazos fueron torres
a mi alrededor. Cuando construiste una fortaleza para protegerme
con la condición de dejar dentro a la bestia capaz de destruirme: tu boca.
Cuando preferí no dormir por un rato más a tu lado.
Cuando me dejé guiar por tus manos. Cuando tu cintura fue mi horizonte por primera vez.
Cuando me encadenaste a tus caderas, cuando te pedí que no me soltaras.
Cuando tus labios fueron mis alas supe que cambiaría mi vida a prosa por ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario