jueves, 16 de mayo de 2013

Vértigo, que el mundo pare

Hay veces, lugares, momentos en los que deseo que, aunque fuera por un segundo, hubieran dejado de vibrar mis cuerdas vocales y haber evitado así decir algo de lo que arrepentirme profundamente más tarde. Momentos en que necesito con todas mis fuerzas que la ira del Zeus al que robaron la llama rapte mi voz como si de una Europa cualquiera se tratara, y la reemplazara por bondad y templanza. Hay ocasiones en las que más me valdría ser muda, o sorda.