viernes, 17 de julio de 2015

Concatenación de acontecimientos

Encontré en tus miserias
el reflejo de unos ojos
que no necesitaban más
que amor.
Y me decidí a dártelo,
sin ataduras,
ni condiciones,
ni comisiones de permanencia.

Desaté los nudos
que escondía garganta,
todo lo que nunca decías,
todo lo que decías con la mirada,
todo lo que callabas con la sonrisa.
Siempre fuiste más fuerte
de lo que podría soportar mi pecho.
Y me dio igual,
me arriesgué a romperme.

Rescaté los recuerdos
de un invierno eterno:
un mes de agosto
con síndrome de noviembre.
Y reconocí que siempre sería más
de lo que yo podría darte.

Reflexioné de rodillas.
Cara al viento.
En la playa,
que siempre fue mi pensadero favorito.
Y me vi rota,
corroída,
oxidada
y triste.
Y jamás querría darte eso.

Te dejé conocerme más
de lo que jamás permití a Google,
o a mi madre.
Y quizá no fue tan buena idea:
no me dabas soluciones
para todo,
ni guardabas mis claves,
ni mi historial de búsquedas
de mí misma.

Contigo siempre pensé
que «iba a tener suerte»,
y acabé buscando en Yahoo Respuestas
la manera más rápida
para olvidarte.




No hay comentarios:

Publicar un comentario