de mi rendición en la guerra,
de recoger los restos
Después de la batalla campal,
del fuego helado,
de mi furia ardiente;
después de dejar atrás unos labios
y rechazar el horizonte.
Después del desierto convertido
en estación,
de mi aridez recién adquirida,
de la metamorfosis de la mirada
que jamás creí posible.
Después de la sucesión
en el gobierno de mis pensamientos;
después de la lucha
y del rechazo al futuro;
después de la sequedad
que trajo consigo el naufragio.
Después de concluir
que me sería imposible dormir sin música,
hiciste de tus latidos
la banda sonora de mis noches.
¿Y tú qué sabes del amor?
Yo te sé a ti de memoria.
AY.
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