Amor,
hoy quiero olvidarte.
Has estado entre las razones
por las que me habría tatuado un corazón
para sustituir al mío.
Entre las leyes que habría seguido a raja-espalda.
Entre los motivos que trajeron
el insomnio a la piel
y a la mente.
Has estado en la poesía,
en los libros,
en el olor a café.
En el broche de mi sujetador
o del de cualquier otra chica,
en mis escalofríos,
en el nombre que mis vecinos han aborrecido,
cansados de escucharlo a gritos.
Cuando me preguntaron
qué es lo que me llevaría a una isla desierta,
tu nombre,
por suerte,
no apareció.
No podía llevarte allí también,
lo habrías invadido todo.
Habrías acabado con mis pensamientos
y mi soledad indígenas
para imponer la carta magna
escondida entre tus caderas.
Y eso no podía permitirlo.
Podrías haber acabado con todo
lo que fui,
con lo que fuimos.
Menos mal que el invierno ha llegado,
tus manos se han congelado,
y no puedes seguir manejando mis hilos
como si fuera un juguete tuyo.
Amor:
me has dolido más que el abril robado a Sabina,
y a mí jamás me gustó la primavera.
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