Un día ves que ser feliz, esa asignatura pendiente, esa obligación que incumplimos de cuando en cuando (como dice el cantautor), no es tan tan tan tan complicadísima: simplemente nos falta valor. Tenemos miedo, la mayoría de las veces, a ser felices. Y me incluyo porque el miedo es algo tan natural en los animales como inoportuno en la mente humana.
Aun así, debemos aprender a superarlo. El por qué es sencillo: la felicidad no espera para siempre. Tenemos que ser capaces de dejar atrás el andén 9 y 3/4 y lanzarnos contra el muro. Si nos la damos, sabremos que la puerta no está abierta aún, pero... ¿y si sí? ¿Estarías dispuesta a dejarlo pasar por miedo?
Hoy,
libre de esa mierda paralizante,
conseguí responder a la eterna pregunta:
por fin sé que no has venido a hacerme polvo,
sino a echármelos.
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