martes, 22 de diciembre de 2015

Wanted

Desde que todo sigue en su sitio,
no me reconozco
porque no estás.

Mi cabeza,
que ya es un reloj,
tiene un segundo
que concede un instante,
que me roba el aire
y me invade la mente.
Tiene una vida ya inexistente,
y un momento que ya pasó.

Mi pecho,
que ya es un cementerio,
tiene recuerdos violentos
de tus labios.
Tiene una gripe interminable
que lleva tu nombre,
y cuyo DNI
se parece mucho a tu número de teléfono.
Tiene un león que se arrodilla
ante un conejo,
y un conejo que solo quiere
ser devorado.

Mis manos,
que ya son un diario,
tienen ansiedad
porque no escribes.
Ni una carta
desde el infierno,
a quien te enseñó a morder
las nubes.
Tienen síndrome de abstinencia,
de ausencia
de tocar tus costillas
como si fueran un piano.

Mis ojos,
que ya son ceniza,
tienen la capa que permite ocultar
lo que se echa de menos.
Tienen la esperanza
de no volver a encontrarte.
Tienen la necesidad
de no leer tu nombre.
Tienen la obligación de buscar
las comas
después del punto final
que fue tu adiós.

Desde que no estás,
me busco
porque
nada
está en su sitio.





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