domingo, 10 de febrero de 2013

Gracias

Tú, que solías transportar a niños rebosantes de ilusión y a abuelos, con más ilusión aún que los niños por enseñarles su antiguo oficio. Tú, que llegaste a cruzar de un lado a otro el estrecho. Tú, que cargado de alimentos salvaste a la familia a la que servías de morir de hambre.
Tú, amigo, tú que tan importante llegaste a ser en la vida durante la postguerra. Tú, a quien se dirigían todas las plegarias de un pobre pescador que pedía al día siguiente poder subir a bordo, y volver a cargarte con un peso suficiente como para sobrevivir esa semana. Tú, que fuiste trabajo y diversión, oficio e ilusión, sangre y corazón, te encuentras hoy varado por siempre en la marisma que te vio hasta sudar, a pesar de estar hecho de madera. Gracias amigo, descansa en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario