domingo, 7 de abril de 2013

Sonrisas hipotecadas

La triste realidad. Dependencia de esas personas, de una mirada, de una sonrisa o de una palabra bonita en el momento adecuado sólo para hacerte sonreír y que se te olvide el resto del mundo por un instante. Pensar que realmente morirías y matarías por esas personas que se fueron y te dejaron sola, simplemente por lo que fueron para ti en su momento, pero que más darías por las que aguantan tus enfados día a día, y son causantes de tus alegrías.
Gritar en silencio con todas tus fuerzas que ojalá te llevara el próximo tren que saliera de la estación hacia Cádiz, para volver a gritar que te lleve la marea hasta donde no hagas pie y respires hondo. Que ni la canción más ruidosa del grupo más ''punkarra'' que conozcas te descargue, y sin embargo el enfado con una de esas personas, y en una de vuestras conversaciones te dure menos que la batería de una shitberry. Placer, al fin y al cabo, en cada abrazo, y rabia interna incontrolable cuando se alejan de ti. Sonrisas hipotecadas, pagadas mes a mes con tardes inolvidables con ellas.

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